domingo, 11 de diciembre de 2011

Van Gogh


Con su “Wheatfield under thunderclouds” (Campo de trigo bajo nubes de tormenta) pude ver la línea imaginaria entre el arte plástico moderno y el anterior.
Van Gogh pinta un paisaje, pero la forma es novedosa. La intención del artista o la del cuadro –ya se puede discutir quién sirve a quién- deja de ser una retransmisión objetiva, una plasmación en imagen dictada por el paisaje mismo, sino que es el paisaje quien le brinda a Van Gogh el impulso y la materia para su cuadro, donde los colores bailan plenamente, libres de celdas y contornos, con su propia fuerza etérea, intrínseca y diferente en cada uno de ellos.

La sensación es que el azul y el verde sonríen, agradecidos, al paisaje, a Van Gogh y a su encuentro, por tener todo un lienzo para expresar sus cualidades más puras.
O es quizá Van Gogh quien agradece al paisaje y a los colores el poder expresar libremente lo que canta su alma. Ya que en todas sus obras el color puro es el que domina el cuadro y el que decide dónde empieza uno y dónde termina el otro, dejando aparecer las formas como resultado orgánico de la combinación de gamas y colores. Véase la supremacía de estos por sobre la poca importancia de los rasgos humanos en sus retratos.
También supo copiar obras ajenas en bocetos blanco y negro y reinterpretarlas mediante sus propios juegos de colores.
(2010)

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