viernes, 18 de noviembre de 2011

La tecnocracia

De la mecanografía computarizada puede no haber retorno.
En el pozo ciego de la tecnocracia no es seguro que la conciencia tenga una escalera o una vía de retorno.
Humanos: pensemos cada cosa que cedemos y sacrificamos al encender un interruptor, presionar una tecla, ver una imagen filmada, escuchar la música del parlante.

No estoy seguro de que la libertad se pague con la concesión del pensamiento, de las habilidades ganadas y del viejo gran instinto e intuición que nos ha salvado desde antes de que la historia se llame historia.
¿Debemos entregarnos al nuevo mundo, aunque gran parte de este nos llegue procesado por una máquina? ¿Hay que saltar por el tobogán de la velocidad y los espacios virtuales? ¿Quién nos montó el parque de diversiones y con qué fin?
¿Es posible la libertad sin el pensamiento? Este último, un ser tan poderoso que nos ilumina o nos engaña, según a qué se haya conectado, nos marca siempre un camino que a veces seguimos y a veces evitamos, a veces bien, a veces mal.
El pensamiento nos moldea, pero también es muy maleable, vaya paradoja.
Nos moldea
lo moldeamos
lo moldean
se amolda
nos moldean
lo moldeamos.
El río fluye, influye y lo afluyen.
Pero las aguas no son todas iguales.
(2010)

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